martes, 17 de noviembre de 2009

Andres Carmona Orvañanos - Conde Contar y el misterio de Pancho

A cuarenta años del comienzo del programa educativo más famoso de todos los tiempos, Plaza Sésamo, el gobierno de Bielorrusia permite sacar los archivos clasificados y entrevistar al personaje morado que enseñó a contar a miles de niños.


-¿Qué siente un personaje tan famoso estar condenado al arraigo domiciliario cuando sus colegas se encuentran festejando los cuarenta años del programa que construyeron juntos?

-Es difícil, sobre todo pasar los inviernos sin poder grabar un programa o decir payasadas al aire. A veces Abelardo me habla y discutimos un poco. Es la única vez que suena el teléfono pero aún así cada vez suena menos.

-¿Qué hay de los demás, está peleado con todos esos muppets? Siempre supimos que era algo extraño y solitario pero dejar de hablar con todos es un exceso.

-Me dejaron de hablar desde el problema con Pancho…

-Ese individuo peludo que siempre sale de entre la basura.

-Si, algo que muchos no saben es que el número de Pancho no era salir de entre la basura como un monstruo. Él hacía malabares.

-¿Malabares? Eso suena mucho más interesante que estar rodeado de basura, ¿qué pasó?

-Malabares y algo de circo. Al parecer él sentía aprecio por Lola. Mucho. Los demás notábamos que se esforzaba bastante con los aros y los trapecios pero nunca nos habló de sus sentimientos hacia la chica.

-Ajá

-Verás. Lola no es una chica normal. Tiene un aspecto pueril y en el monitor siempre usa ese lenguaje festivo pero ella no es así. Le gustan las emociones fuertes, conocer diferentes aspectos de la vida, no se cierra a una sola actividad.

-No lo entiendo

-Pancho nos encontró haciendo un ritual bastante poco común. Todos teníamos máscaras y capa, dagas, había animales. El vino corría por nuestras venas, usted sabe cómo son esas reuniones…

-Ajá

-Pues a Pancho lo afectó mucho esa escena. Pensé que tal vez se iba a enojar o llamar a la policía o algo pero se quedó ahí parado boquiabierto, todo el tiempo con la mirada perdida. Al otro día había cambiado por completo. Dejó de hablar como ser racional y no quería caminar. Se la pasaba arrastrándose de un lugar a otro. Ni siquiera gateaba, no movía sus piernas…

-Es terrible. Entiendo porqué dejaron de hablar con usted los demás.

- Si, en parte yo también los entiendo….

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