martes, 17 de noviembre de 2009

Angelica Isabel Silva Hernandez - DONDE RADICAN NUESTRAS DEBILIDADES ESTÀN LAS SOLUCIONES

Actualmente, el cerebro humano es visto como una máquina –y hasta llega a ser comparado con las computadoras-, capaz de desarrollar e inclusive de guiar todo un sistema ideológico, aparte funciones corporales que no se comparan siquiera a una computadora.

Pero muchos científicos, actualmente se han olvidado de la esencia de todo éste conocimiento.

Ésta increíble materia gris, llamada cerebro, se fue desarrollando desde la época de los dinosaurios.

Se le llama cerebro rectiloide, al primer cerebro que existió en un ser vivo en la tierra. Éste al ser utilizado, por ejemplo, en un Tiranosaurio rex, empezó a desarrollar más corticoides superiores, es decir, que empezó a conectar más neuronas, y por lo tanto se necesito un cerebro más grande.

Tiempo después, ya no era tan sólo un cerebro rectiloide que sólo se ocupaba de amamantar y de comer, sino que empezó a crear adaptación, estrategias de caza, etcétera. A éste cerebro se le llama cerebro mamífero.

Ahora, ¿alguna vez se han preguntado cuántas neuronas tiene el esa materia gris depositada en su cráneo?, ¿se ha preguntado alguna vez si lo que piensa, lo que dice, cada palabra, cada imagen mental, es el producto de la conexión de sus neuronas?.

Una pregunta aún más sorprendente, ¿sabía que el hacer cualquier acción instintiva, como por ejemplo, tomar una cuchara al comer sopa, utiliza cuatro millones de neuronas?

Nuestro cerebro, al nacer tiene nada más y nada menos que doscientos mil millones de neuronas, pero cuando llegamos a los 12 meses, la mitad de éstas se mueren y nos quedamos con tan sólo cien mil millones.
Al ir evolucionando todas las especies del planeta tierra, como lo es el orangután, éste hizo la diferencia que marca un explicación a la pregunta de por qué nosotros los humanos si tenemos conciencia; y se dice que el momento exacto que marco la diferencia es, cuando por primera vez un animal se concibió a sí mismo. Y éste es el momento más mágico que pudo tener un especie terrestre y fue aquí donde empezó a tener capacidad de reflexionar y de la magnífica curiosidad de el por qué de las cosas.

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